“El tatami es mi zona de confort”
23 de noviembre de 2024
UNIQ, Reflexiones Inspiradoras por Sngular y Kia le da la bienvenida a Sandra Sánchez, primera y única ganadora de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de karate en Tokyo.
Su relación con esta disciplina empieza cuando tenía tan solo 4 años. Como toda hermana pequeña, quería seguir los pasos del hermano mayor, rechazando así la sugerencia de los padres de hacer baile, una decisión que marcó profundamente el resto de su vida.
“...si a mi hermano le hubieran apuntado a baile, yo estaría haciendo baile”.
En esta conversación con José Manuel Calderón, veremos que los valores que acompañan a Sandra a lo largo de su vida le llevan a tomar decisiones que no siempre le acercaron al éxito, pero su constancia y obstinada perseverancia han marcado ese trayecto que le ha llevado al podio olímpico, a pesar de todas las adversidades.
“No pensaba que llegaría hasta aquí”
Para Sandra, ganar o perder no era algo relevante, al menos hasta los 17 años, edad en la cual, reafirma también Calderón, se empieza a cobrar mayor conciencia sobre la propia destreza.Una vez alcanzados los 19 años, Sandra gana la primera beca que le permite ir a entrenar el karate en Madrid, en el Centro de Alto Rendimiento, bajo la instrucción de Javier Pineño, que ella define como “el mejor maestro que se podía tener”, una persona que le transmitió valores desde el ejemplo.
“El deporte te pone en muchas más situaciones que la vida normal para desarrollar esos valores”.
“Soy feliz entrenando”
Mientras que Sandra iba ganando experiencia y mejorando habilidades, su madre enfermó y decidió abandonar el centro de alto rendimiento para cuidarla.
“Y lo volvería a hacer otra vez”
Son escasos los campeones del mundo que han puesto por delante a su familia frente a la profesión, pero Sánchez siempre tuvo claro cuál era su prioridad.
A los ojos de la federación, ese acto se consideró como un desperdicio de una gran oportunidad, motivo por el que la deportista desapareció del mapa por aquel entonces.
Mientras la madre se recuperaba, Sandra seguía compitiendo y ganando campeonatos de España, sin la posibilidad de ir más allá. A pesar de la sensación de impotencia que la situación le generaba, Sánchez era feliz entrenando, por lo tanto seguía mejorando día tras día.
“Jesús me dijo que no”
A los 32 años, La federación de Castilla de la Mancha le propone volver a competir, propuesta a la cual Sandrá reaccionó con una reluctancia inicial, debida al hecho de que ya había competido allí. Finalmente tomó la decisión de ir bajo la condición de entrenar con Jesús del Moral, seleccionador nacional de katas desde 2016 y actual marido de la campeona, que acabó siendo para ella un gran referente y una gran fuente de motivación. Pero obtener el sí de Jesús no fue nada fácil.
“Lo que ganaba dando clases de karate me lo gastaba en gasolina en ir todos los días a sus clases como un alumna más”
Tras la constante y tozuda insistencia de Sandra, llegó el momento en el cual del Moral aceptó entrenarle, y a partir de allí empezó a demostrar su talento al resto del mundo.
Cuando por fin se le presentó la oportunidad de ir al Campeonato de Europa llega también el momento de afrontar el obstáculo más grande, la edad.
“Ese para mi fue el peor reto”
Por primera vez en la historia hubo una preselección, auditada por un miembro del consejo superior de deporte, en la cual se debatió el caso de Sandra, y que terminó afortunadamente siendo el inicio de una nueva fase, con retos cada vez mayores, y más emocionantes que marcaron su camino hasta los Juegos Olímpicos.
“Eres capaz de todo cuando eres feliz”
Tokyo
La sonrisa en la cara de Sandra no desaparece en ningún momento mientras revive al lado de José Manuel Calderón la experiencia de los Juegos. El Karate nunca había sido un deporte olímpico hasta ese entonces, y la presión era tan grande como lo era la adrenalina de competir en el Budokan y vivir la realidad más profunda del karate.
Ese año las Olimpiadas fueron incluso más especiales porque había una pandemia de por medio, y el terror de caer en las manos del coronavirus era constante, por lo tanto el contacto era mínimo.
“Yo no los comparo con otros Juegos, para mí son los más bonitos del mundo mundial”
En el tatami, se requiere la excelencia absoluta para ganar,
“Con que se te mueva el dedo meñique del pie, ya estás fuera.”
Y en esos pocos pero intensos minutos de exhibición, Sandra demostró todo el duro trabajo y las infinitas horas dedicadas al entrenamiento exhaustivo y meticuloso, dando lo mejor de ella misma y consiguiendo la medalla de oro.
“En el Podium Recuerdo que me emocionaba, que quería llorar, que no podía casi respirar, que la medalla pesaba mucho… y esa sensación de ser consciente de que podía no haber llegado, de que la vida te cambia en un sólo segundo”
Son infinitas las emociones que Sánchez contenía en ese momento, tantas que la mente no era capaz de asimilar.
“Sabía todo el valor que tenía esa medalla, porque podía ser única”.
La cosa no acaba allí, tras haber vivido la experiencia más entusiasmante, estresante e increíble de su vida, Sandra Sánchez no podía relajarse aún, porque se acercaban los Mundiales que marcaron su despedida de los tatami y de sus compañeras rivales.
“Una forma bonita de decir adiós al mundo de la competición”.
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