Privacidad en peligro, ¿qué saben de ti y cómo puedes protegerte?

Privacidad en peligro, ¿qué saben de ti y cómo puedes protegerte?

Lidia Fernández, Cloud Security Engineer

Lidia Fernández

Cloud Security Engineer

8 de abril de 2025

Vivimos inmersos en una realidad donde la información digital fluye de manera veloz y continuada, y donde nuestra interacción con el mundo se mide a menudo en términos de datos generados. Esto nos lleva a plantearnos una pregunta de suma importancia, ¿somos realmente conscientes de la cantidad de información que se recopila sobre nosotros y de las implicaciones que esto conlleva para nuestra privacidad?

Sopesada esta cuestión, se abre un nuevo abanico de interrogantes a los que responder para comprender la magnitud del riesgo. ¿Sabemos realmente por qué es importante mantener la privacidad de nuestros datos? ¿Consideramos que nuestra información personal está bien protegida en línea? ¿Hemos tomado alguna medida para salvaguardarla en Internet? Y, si vamos al origen de todo, antes de registrarnos en algún sitio, ¿reflexionamos dónde pueden ir nuestros datos?

Tus datos valen más que tu coche

¡Menuda bomba! Puede parecer exagerado, pero la verdadera dimensión de este valor radica en su capacidad para construir perfiles detallados que revelan mucho más que simples datos aislados. Las grandes corporaciones, las empresas de análisis de datos y los gobiernos pueden reconstruir tu personalidad con ellos de manera muy fidedigna, haciéndote vulnerable a ciberataques, prediciendo tus comportamientos, anticipando tus decisiones, pudiendo alterar tu estado emocional y mental, e incluso influenciar en tus decisiones políticas y sociales de maneras sutiles pero profundamente efectivas.

La manipulación no es solo un riesgo potencial, sino una realidad cotidiana. 

Por eso, no debes subestimar el valor de tus datos y la importancia de protegerlos. Defender tu privacidad se ha convertido en un acto de resistencia contra un sistema que te convierte en mercancía. Salvaguardarla es proteger tu libertad, tu autonomía y tu capacidad de decidir quién eres realmente más allá de los perfiles que otros construyen sobre ti.

Radiografía de la Recolección de Datos

Para comprender la magnitud del desafío, debemos desentrañar los orígenes de toda esta información personal. Contrariamente a lo que muchos piensan, los datos no son sólo un subproducto accidental de nuestra navegación digital, sino una mercancía altamente codiciada.

Pero, ¿de dónde demonios los obtienen aquellos de hacen uso de ellos? Ahí va eso, no te va a resultar fácil de asimilar: SE LOS HAS DADO TÚ y, encima, DE BUENA GANA. Esta verdad como un puño te responsabiliza de  gran parte de la información que circula sobre ti en Internet.

Algunas compañías han transformado la información personal en un ecosistema económico complejo. Plataformas de redes sociales, motores de búsqueda, aplicaciones de servicios, operadores de telefonía, fabricantes de dispositivos - todos participan en este mercado global de datos personales. Su modelo de negocio no se basa ya en vender solamente  un producto o servicio, sino en monetizar el conocimiento más íntimo de sus usuarios.

Un smartphone moderno, por ejemplo, es mucho más que un dispositivo de comunicación. Es un recopilador permanente de información. Sus sensores registran ubicación, movimiento, hábitos de sueño, patrones de actividad física. El software instalado rastrea preferencias de consumo, interacciones sociales, gustos musicales y opciones de entretenimiento. Vamos, que tienes al espía en tu bolsillo. Visto esto,  casi mejor no hablamos de  los asistentes virtuales…  

Por otro lado, cada aplicación o servicio gratuito que utilizamos viene con un coste oculto. Grábate esta frase a fuego. «Si el producto es gratis, es que el producto eres tú». Esta afirmación  lapidaria desvela el modelo de negocio subyacente a muchas soluciones gratuitas, operadores de telefonía de bajo coste y tarifas aparentemente económicas. La contrapartida por el acceso a estos servicios es, en última instancia, tu información personal. Compartes tu vida en redes sociales, te  registras en múltiples plataformas y, con frecuencia, aceptas permisos sin una debida diligencia, allanando el camino para la recopilación masiva de tus datos por parte de algunas entidades con pocos escrúpulos.

Estrategias prácticas para la supervivencia digital

Para poner a salvo tu privacidad, no es necesario ser una persona experta en ciberseguridad. Existen estrategias simples pero efectivas que cualquiera puede implementar.

  • Aplica el enfoque Zero Trust y, por defecto, no confíes en nada ni en nadie  (¡ni en tu madre!) Esta filosofía abandona la idea tradicional de seguridad basada en perímetros definidos. Ya no se asume que lo interno es seguro y lo de fuera es hostil. En su lugar, cada solicitud de acceso, cada interacción, cada persona usuaria o dispositivo debe ser verificado explícitamente, independientemente de su origen.

Para la ciudadanía digital, Zero Trust significa transformar su aproximación a la tecnología. No se trata de caer en la paranoia, sino en el escepticismo sistemático. Verificar la legitimidad de sitios web, cuestionar los permisos que otorgas a aplicaciones, o monitorizar periódicamente  tu huella digital, son hábitos que convendría incorporar a tus rutinas.

  • Activa todas las medidas de seguridad. La autenticación de doble factor se ha convertido en un escudo casi imprescindible. Ese código adicional enviado a tu teléfono móvil o generado por una herramienta especializada, representa una barrera significativa para para atacantes potenciales, incluso si logran obtener tu contraseña principal.

  • Haz de la diversificación tu seña de identidad. Crear múltiples cuentas de correo electrónico para diferentes servicios limita el potencial daño de una filtración. Una cuenta para servicios bancarios, otra para redes sociales, una tercera para suscripciones…, cada una con contraseñas únicas y complejas.

  • El diseño de passwords merece una atención especial. Contrario a la creencia popular, cambiarlas constantemente no aumenta significativamente la seguridad. Lo realmente efectivo es crear contraseñas largas, que combinen mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. Una frase memorable transformada en código puede ser más segura que una secuencia alfanumérica aleatoria.

  • No te expongas demasiado en redes sociales. Lo sé, es una batalla casi perdida. Estas plataformas son quizás los espacios donde voluntariamente más renuncias a tu privacidad, gracias a la seductora promesa de conexión y reconocimiento social.

Cada publicación, cada foto compartida, cada reacción a un contenido, construye un perfil psicográfico detallado tuyo. Esto es debido a que los algoritmos pueden inferir fácilmente desde tu orientación política hasta tus preferencias de consumo, estado emocional e incluso potenciales problemas de salud mental.

La clave está en la configuración. Revisar meticulosamente las opciones de privacidad, limitar la visibilidad de publicaciones, ser selectivo con solicitudes de amistad y conexiones, se convierte en un ejercicio de autoprotección digital muy saludable.

La tecnología es una herramienta, no un demonio

Es fundamental desterrar el maniqueísmo tecnológico. La tecnología no es ni buena ni mala, es un instrumento cuyo valor depende de cómo lo utilizamos.

Las mismas herramientas que pueden invadir nuestra privacidad han democratizado el conocimiento, facilitado comunicaciones globales, permitido avances médicos revolucionarios y conectado comunidades antes separadas por barreras geográficas e idiomáticas.

El desafío no es rechazar la tecnología, sino desarrollar una relación consciente y crítica con ella. Educar, informarse, mantenerse al día sobre las últimas tendencias en privacidad y seguridad digital.

Además, debemos fomentar una cultura de responsabilidad digital, tanto a nivel individual como colectivo. Esto implica tomar decisiones informadas sobre el uso que se da a la tecnología, proteger nuestros datos personales y respetar la privacidad de los demás. También implica exigir a las empresas y gobiernos que actúen de manera ética y transparente en el manejo de nuestros datos, y que nos brinden las herramientas y leyes necesarias para salvaguardar nuestra información personal.

En última instancia, el futuro de la tecnología depende de toda la sociedad. Debemos ser conscientes de su potencial y sus riesgos, y debemos tomar medidas para asegurarnos de que sea utilizada de manera ética y responsable. Solo así podremos aprovechar al máximo sus beneficios y minimizar sus posibles perjuicios. 

La tecnología es necesaria, nos gusta y hemos de asegurarnos de que se use para construir un mundo más justo, equitativo y sostenible para todos. Solo hay que prestar atención e ir un paso por delante.

Lidia Fernández, Cloud Security Engineer

Lidia Fernández

Cloud Security Engineer

Mi especialidad es el diseño y organización de infraestructuras Azure Cloud y procedimientos, así como la mejora/análisis de la ciberseguridad y documentación de auditoría.


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